Células de Hezbolá apoyadas por Irán afianzan al régimen de Maduro
Ya no solo son el narcotráfico, la minería ilegal del oro o las redes de lavado de dinero las fuentes ilícitas de financiación del régimen de Nicolás Maduro que ha identificado el Atlantic Council. En un nuevo informe, detallan cómo la organización libanesa Hezbolá, calificada por varios países como terrorista, se ha infiltrado en Venezuela y bajo el apoyo de la actual administración ha instalado sus actividades criminales.
“Hezbolá ha ayudado al régimen de Maduro a convertirse en el eje central de la convergencia del crimen organizado transnacional y del terrorismo internacional en el hemisferio occidental, multiplicando los beneficios logísticos y financieros para ambos”, señala el informe publicado este miércoles y firmado por Joseph Humire, experto en seguridad nacional y director del Centro para una Sociedad Libre y Segura.
Según el informe presentado en Washington, Hezbolá ha mutado de ser una célula terrorista a involucrarse con el narcotráfico. Aseguran que, de los más de 2 mil individuos señalados por Estados Unidos por su relación con el tráfico de drogas en todo el mundo, unos 200 están directamente relacionados con Hezbolá.
Además de esto, el grupo libanés habría tejido un entramado de lavado de dinero a través de diversas empresas que han ubicado en lugares estratégicos, América Latina y más específicamente Venezuela, entre ellos.
Clanes familiares
El reporte del Atlantic Council asegura que Hezbolá opera en Venezuela bajo una red estructurada de clanes familiares perfectamente infiltrados en el régimen de Maduro y sus actividades ilícitas. Específicamente centra su atención en tres de estos.
El clan Saleh, dirigido por Ali Mohamad Saleh y su hermano Kassem Mohamad Saleh, ambos designados como financistas del terrorismo por la Oficina de Control de Activos Internacionales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC, por sus siglas en inglés) desde 2012, y previamente señalados por sus vínculos con el narcotráfico. “Han controlado el mercado ilícito de armas, drogas, contrabando de efectivo y lavado de dinero en Maicao, Colombia, justo en la frontera norte con Venezuela”, según el reporte.
Esta operación habría beneficiado a los carteles de drogas controlados por el régimen de Maduro en el estado Zulia, en cuya capital, Maracaibo, estarían los hermanos Saleh desde que fueron sancionados en 2012 encabezando sus actividades ilícitas.
Además, el reporte especifica la acción de otro clan, cuyo vínculo con Maduro es aún más público. Ghazi Nassereddine, sancionado por la OFAC en 2008 por sus vínculos con Hezbolá, formó parte del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela bajo el gobierno de Hugo Chávez, sirviendo en su embajada en Damasco, Siria. Su hermano, Abdallah Nassereddine, es un prominente empresario de la isla de Margarita, que además ha servido como coordinador regional del PSUV en el estado Nueva Esparta.
“Ghazi Nassereddine ayudó a coordinar reuniones entre altos funcionarios de Venezuela y miembros del alto rango de Hezbolá. Según informantes de la DEA, alrededor de 2009 Ghazi arregló una reunión en Siria entre Hezbolá y el entonces ministro del Interior, Tareck El Aissami y el jefe de Inteligencia Militar, Hugo Carvajal Barrios”, asegura el informe.
El tercer clan descrito por Humire en este reporte es el de la familia Rada, quienes mantenían una red de tráfico de drogas y contrabando entre Maicao y Cartagena. Abdala Rada Ramel, interrogado en Colombia, habría declarado que sus actividades ilegales en ese país eran bajo la coordinación de su “supervisor”, Salman Raouf Salman, quien es un líder de Hezbolá ligado en numerosas operaciones terroristas en todo el mundo, entre ellas el ataque a la AMIA en Buenos Aires en 1994.
“Actualmente, Amer Mohamed Akil Rada maneja un negocio de importaciones y exportaciones en Panamá, enviando textiles a Colombia y carbón al Líbano, y al menos 80% de los ingresos son utilizados para apoyar a Hezbolá”, indica el informe, que además detalla que los miembros de esta familia están involucrados en la industria de las criptomonedas de Venezuela, controlada directamente por el régimen de Maduro.
De acuerdo con el documento publicado por el Atlantic Council, estos clanes son solo parte de una red global de financistas y facilitadores de Hezbolá que operan dentro y fuera de Venezuela con el apoyo de Maduro. “A diferencia del clan Nassereddine, los miembros del clan Rada y del clan Saleh no forman parte formal del régimen de Maduro. Sin embargo, cada uno maneja aspectos de la economía ilegal de drogas, armas, contrabando y lavado de dinero entre Venezuela, Líbano y Siria”.
El Aissami, el punto común
Joseph Humire, en entrevista para HispanoPost, señaló que el punto común entre todos estos clanes es el actual ministro de Petróleo del régimen de Maduro: “Tareck El Aissami, en paralelo a su crecimiento en el gobierno, ha ido su crecimiento en las redes ilícitas. (…) El hecho de que está bajo sanciones es porque ha manejado una red muy grande de lavado de dinero con base en comercio exterior, electrodomésticos, petróleo, textiles, combustibles. Estas son áreas donde él ha estado involucrado y está vinculado a grandes redes de lavado de Hezbolá. Él es la cabeza en el régimen de Maduro y trabaja con Ghazi Nasserdine”, indicó el autor del informe.
Asegura que con este último, este alto funcionario de Maduro habría armado las relaciones con Hezbolá desde los tiempos del gobierno de Hugo Chávez y habría ordenado otorgar documentos de identidad venezolanos a ciudadanos sirios para luego abrir las puertas a los intercambios ilícitos entre ambos grupos.
“Hay más venezolanos que viven en Siria de los que viven en Brasil. Eso es una estrategia para construir una diáspora de dos lados para mover cosas ilícitas, fondos, dinero, armas, drogas, etc”, indicó Humire.
Irán y su influencia
Durante el año 2020 la relación entre Venezuela e Irán se ha fortalecido, gracias a los intentos de ambas naciones por evadir las sanciones impuestas por la comunidad internacional. Envíos de gasolina a Venezuela burlando las prohibiciones a cambio de pagos en lingotes de oro que esquivan las revisiones del sistema financiero han sido claves en esta relación.
“Las entidades iraníes involucradas en este esquema como lo son Mahan Air, la Compañía Nacional de Petróleo de Irán y las Líneas de Envíos de la República Islámica de Irán, están todas sancionadas por la OFAC por sus conexiones con la temida milicia iraní, la Guardia Revolucionaria Islámica. La naturaleza de esta última y de estas compañías controladas por el Estado aumentan la preocupación por un potencial doble uso de las operaciones, que son menos un intento humanitario o comercial y más una ambición militarista”, asegura el informe.
Para Kirsten Fontenrose, experta en seguridad en el Medio Oriente y miembro del Atlantic Council, quien participó en la presentación de este reporte, la relación entre Irán y Venezuela es una “relación estratégica en función de sus intereses de ir en contra de Estados Unidos, pero es una relación meramente transaccional porque no hay un link ideológico entre ellos”.
Sin embargo, Humire asegura que “Irán lo que está haciendo durante todo este año es un desafío, visibilizando su presencia en Venezuela, diciendo que tiene un aliado comercial, para después del 18 de octubre (cuando expira el embargo de armas impuesto por Naciones Unidas a la nación islámica) posiblemente mandar un envío de armas, y decir que es legal porque ya han cumplido con las sanciones. Están construyendo esta narrativa de victimización junto con Maduro durante todo este año para hacer una provocación después”.
Si esto llegara a suceder, representaría un nuevo reto para la administración de Donald Trump en Estados Unidos, a menos de dos semanas de las elecciones presidenciales.
Elecciones en Estados Unidos
Humire asegura que Estados Unidos recibirá el impacto directo de Venezuela y Hezbolá, ya que su estrategia se centra en la capacidad de “utilizar armas no convencionales para desestabilizar” a través de redes que conocen las fronteras. “Y esas redes van a entrar (en Estados Unidos), si es que no están ya aquí”.
Estados Unidos ha aplicado una política de máxima presión sobre el régimen de Maduro desde el año pasado, sancionando a miembros de su círculo cercano, a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) y hasta abriendo una imputación criminal al mandatario venezolano por presuntas vinculaciones al tráfico de drogas.
Por esta razón, dependiendo de si se reelige Trump o si lo vence el exvicepresidente Joe Biden, se puede ver afectada la política exterior estadounidense hacia Venezuela.
“Lo que no va a cambiar es la prioridad que tendrá Estados Unidos con el tema de Venezuela, eso es algo que es un tema bipartidario, tanto los demócratas como los republicanos lo respaldan. Yo creo que si cambia el gobierno del presidente Trump al vicepresidente Biden, todavía van a mantener su atención sobre el tema de Venezuela” asegura Humire.
Pero también señala que lo que puede modificarse es la estrategia. Pasar de una política de fuertes sanciones a una de negociaciones a través de organismos multilaterales que presionen la salida de Maduro del poder.
Debbie Wasserman Schultz, congresista demócrata por Florida, quien también estuvo presente en el seminario donde se presentó el informe del Atlantic Council, coincide con Humire: “ninguno de nosotros quiere dejar que estos actores malignos sigan influyendo en el régimen de Maduro y así que continuaremos, ya sea con la administración de Trump o con una administración de Biden, asegurándonos de que usemos todas las herramientas disponibles para destruir esa influencia maligna”.
La estrategia
El informe hace una serie de recomendaciones sobre qué debe hacer la comunidad internacional para frenar la influencia de Hezbolá en Venezuela.
“La principal recomendación a toda la comunidad internacional sobre Venezuela es enfocarse no en lo que está pasando dentro de Venezuela, sino en las alianzas que tiene fuera, que son las que los mantienen en el poder. Si no fuera por Irán, Rusia y China, Maduro ya no estaría ahí, pero tiene el respaldo de potencias globales y tenemos que enfocarnos en eso, en como romper esas alianzas”, puntualiza Humire.
Wasserman Schultz resalta la importancia de que las presiones a Maduro no sean solo de Estados Unidos. “La cooperación internacional es absolutamente esencial para continuar unificando el enfoque y para tratar de asegurarnos de presionar al régimen de Maduro para que eventualmente deje el poder pacíficamente. Estados Unidos no puede hacer esto solo. Necesitamos asegurarnos que la OEA, el Grupo de Lima y otros actores regionales estén completamente comprometidos a ayudar a aplicar esa presión”.
Para Humire, lo que se ha aprendido de las sanciones impuestas es que funcionan para cortar el flujo de recursos legítimos al gobierno, como por ejemplo los provenientes del petróleo, pero aquellos que provienen de su “actividad criminal”, como la denomina el Atlantic Council, no pueden sancionarse, sino que deben neutralizarse.
“Pensamos que estamos apretando al régimen, con los números que sabemos de cuánto presupuesto tienen en sus instituciones, pero no sabemos cuánto dinero está manejando con sus redes ilícitas. Hoy Maduro y su régimen operan menos como un régimen democrático que tiene sus instituciones y finanzas, y operan más como una mafia”, sentenció el autor de este informe.